LA MEDITACIÓN NO ES
LA CONTEMPLACIÓN
Por: jeanne de
salzmann
Desde
hace miles de años el cerebro humano ha sido condicionado a actuar del centro a la
periferia y de la periferia al centro por un movimiento de energía de ida y
vuelta.
Ese
movimiento ¿puede detenerse?
Si
se detiene, aparece una energía.
Ella
es ilimitada, sin causa, sin comienzo ni fin.
Para
ello es necesario ante todo limpiar la casa, una tarea que exige una atención
completa.
El
cuerpo debe volverse muy sensible y el cerebro completamente vacío, sin deseo.
La
comprensión no viene por un esfuerzo de adquirir o de llegar a ser, sino sólo
cuando la
mente está inmóvil.
Nuestra
naturaleza verdadera, lo desconocido que no puede ser nombrado porque no tiene
forma, puede ser percibido en el paro entre dos pensamientos o dos percepciones.
Esos
momentos de paro, de «stop», constituyen una apertura
al instante, una apertura a una Presencia sin fin, eterna.
Habitualmente,
no podemos creer en ella porque pensamos que lo que no tiene forma no es real, entonces, dejamos
pasar la posibilidad de una experiencia del Ser.
Es
el miedo de no ser nada lo que nos empuja a colmar el vacío, a desear adquirir o a
llegar a ser.
Y
es ese miedo, consciente o no, el que provoca la destrucción de nuestra posibilidad de ser.
No
podemos hacer
desaparecer ese miedo por un acto de voluntad o por nuestros esfuerzos para liberarnos
de él.
Oponer
un deseo a otros deseos no hace más que engendrar una resistencia, y la comprensión no puede venir de una resistencia.
Sólo
podemos ser liberados de ese miedo en la vigilancia, al tomar conciencia de él.
Con
lucidez, debemos ver el conflicto de los deseos contradictorios en el cual vivimos.
No
se trata de
concentrarse en un sólo deseo, sino de liberarse del conflicto engendrado por la avidez.
¿Cómo
llega la tranquilidad?
Con
la disolución del conflicto llega la tranquilidad.
La
realidad se revela.
¿Qué
es la meditación?
La
meditación es la forma más alta de la inteligencia, una intensa vigilancia que
libera la mente de sus reacciones y que, por ese hecho y sin ninguna
intervención voluntaria, produce un estado de quietud.
Se
necesita una energía extraordinaria, que sólo puede aparecer cuando no hay
ningún conflicto en nosotros, cuando el ideal, las creencias, la esperanza y el miedo
han desaparecido por completo.
Entonces,
no
aparece una contemplación, sino un estado de atención en el que ya no hay nadie ni para
participar ni para identificarse con la experiencia.
Ya
no hay, pues, experiencia.
Comprender
ese hecho es importante en el más alto grado para aquel que quiere saber lo que es la verdad, lo que es Dios,
lo que está más allá de las construcciones de la mente humana.
En
ese estado de vigilancia, no hago nada, estoy presente.
La
mente está
en un estado de atención en el que hay una lucidez, una observación sin opción de todo
lo que pienso, de todo lo que experimento, de todo lo que hago.
La
mente puede concentrarse sin fronteras.
Ese
estado
crea una quietud y cuando la mente está perfectamente en calma, sin ilusión alguna,
«algo» que no es construido por la mente, lo inexpresable con palabras, empieza a existir.
jeanne
de salzmann
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