UN CAMBIO DE ESTADO
DE CONCIENCIA QUE ME TRANSFORMA
Por: jeanne de salzmann
Por: jeanne de salzmann
Trato de comprender
un estado que me permitiría estar suficientemente tranquilo para tomar
conciencia de la realidad de la vida, sin expectativas, sin desear nada, sin
creer nada y sin miedo.
Para ello, necesito
estar sentado en la posición correcta, ni demasiado alto ni demasiado bajo,
sintiendo que este es mi lugar, aquí y en mi cuerpo.
Estoy tranquilo ante
la tranquilidad misma.
Me observo.
Observo mi estado y
lo que el me permite.
Observo al mismo
tiempo todas mis partes.
Veo que ellas no son
iguales, que cada una está ocupada de diferente manera.
El cuerpo está
pasivo, pesado, dormido.
Siento su peso.
La cabeza puede estar
agitada, o soñar y sugerirme ideas, imagenes.
Siento su tensión y
siento hasta en qué parte de la cabeza estoy tenso; mi sentimiento está
indiferente.
Pero en su manera de
mirar hay algo que se pregunta: ¿soy yo mismo esto que yo soy?
Y veo que no puedo
responder.
Tal como soy, no lo
sabría.
No soy libre.
Escucho. ¿Cómo es que yo escucho?
Mi pensamiento se
detiene un momento para ver mejor y mi atención liberada ilumina mi cuerpo.
Bajo esa mirada, mi
cuerpo se despierta, se hace sensible, muy sensible.
Se establece un
contacto entre el cuerpo y ese pensamiento.
Y si el pensamiento
conserva la amplitud de su visión y el cuerpo el calor de su sensibilidad, esto
despierta otra parte de mí cuya carencia empezaba a sentir.
Su intensidad
despierta el sentimiento.
Él está tocado y
siento que se establece una corriente en mí que forma como un circuito cerrado.
Estoy atento a mí, al
hecho de que yo estoy aquí, y entonces tengo la sensación de una presencia, de
una energía que llena este cuerpo.
Pero es el
sentimiento que tengo por esa existencia, por esa Presencia, lo que permite
durar a la conciencia de esta vida.
Es inestable, frágil,
pero recibo la ayuda por la necesidad profunda que hay en mí.
Aprendo que es una
sensibilidad que lo toca todo en mí.
Nunca estoy tan
sensible, ni siento tanto, ni estoy tan tocado.
Cuando mi
pensamiento, mi sensación y mi sentimiento se vuelven hacia la misma meta, la
misma intensidad, hay un cambio de estado de conciencia que me transforma.
Es un estado que no
puede ser destruido fácilmente desde afuera, sino sólo por mi debilidad interior,
mi pasividad dominante lo destruye en un parpadeo.
Necesito repetir mil
veces la experiencia de esa posibilidad y, al mismo tiempo, de esa fragilidad,
para que aparezca en mí un querer.
Para que yo sepa qué
es lo que quiero, lo que quiero profundamente, lo que es la necesidad de mí
ser.
jeanne de salzmann
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